Al judío primero

Ensayos de opinión

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Esta es una parte de nuestra serie de Artículos de Perspectiva. Estos ensayos de opinión no constituyen declaraciones o posiciones oficiales de Gateway Church, sino perspectivas nacidas de una reflexión seria sobre asuntos complejos relacionados con Israel.


Introducción

“Porque no me avergüenzo del evangelio pues es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primero y también al griego.” Ro 1:16

La primera parte de Romanos 1:16 es un texto popular en las predicaciones, sin embargo, a menudo se ignora las últimas palabras del versículo. Tras declarar con audacia que el evangelio es poderoso y efectivo para todos los que tienen fe en Jesús, Pablo aclara que lo es “al judío primero y también al griego”. El siguiente ensayo intentará formular el principio de “al judío primero” dentro de la teología bíblica, y subsecuentemente demostrar su importancia para la Iglesia hoy en día.

“Al judío primero” en Romanos

La frase “al judío primero y también al griego” solo aparece tres veces en el Nuevo Testamento, y esas menciones se dan en los primeros dos capítulos de Romanos. Dado que el libro de Romanos es la carta existente más larga y teológicamente densa —además de una de las últimas— que escribió Pablo, muchos eruditos la consideran su logro supremo. No es coincidencia que, dentro de la introducción de esta magnífica carta, una de las imágenes más claras de un posible tema o enunciado de tesis sea Ro 1:16-17. Este hecho no debería minimizarse. Lejos de ser una frívola idea secundaria, el principio de “al judío primero” tiene un papel fundamental en uno de los libros teológicamente más significativos de la Biblia.

Además del enunciado de tesis de Ro 1:16-17, Pablo usa la misma frase dos veces en Ro 2:9-10 al hablar del juicio y recompensa futuros: “[habrá] Tribulación y angustia sobre toda persona que hace lo malo (el judío primero, y también el griego); pero gloria, honra y paz a cada uno que hace el bien (al judío primero, y también al griego)”. Esta triple repetición de la fórmula “al judío primero” dentro de los primeros dos capítulos de Romanos indica su importancia. ¿Pero qué quiere decir exactamente Pablo?

Para empezar, resulta clave reconocer que el apóstol Pablo usa la palabra “griego” como sinónimo de la palabra “gentil”, para referirse a cualquier origen étnico no judío. El porqué de esta distinción se relaciona, en un sentido más amplio, con la importancia de la identidad étnica en el Nuevo Testamento. Para cualquier reflexión sobre la frase “al judío primero y también al griego”, la pregunta más crucial a responder es qué quiere decir Pablo cuando usa la palabra “primero”.

La palabra griega para “primero” es proton (πρῶτον), cuyo significado se asemeja al uso de la palabra en español. El lexicón griego BDAG señala que, típicamente, comunica ya sea secuencia o prominencia. A pesar de que muchas traducciones de la Biblia presentan literalmente la frase “al judío primero y también al griego”, algunas traducciones dinámicas se toman más licencias con el texto. Sobre la base del trabajo de David Rudolph, quien argumenta la existencia de seis categorías (Rudolph, 2020), repasaremos diversas visiones y traducciones, sugiriendo que hay al menos siete aproximaciones posibles de interpretación de la palabra proton en Ro 1:16 y 2:9-10.

Siete aproximaciones

  1. Alteración o eliminación
  2. Menosprecio
  3. Apelación al misterio
  4. Interpretación histórica
  5. Interpretación secuencial
  6. Interpretación estratégica
  7. Interpretación como relación de pacto

Aunque a muchos creyentes pueda horrorizarles la idea de alterar o eliminar palabras de la Biblia, esto es precisamente lo que Marción, hereje del siglo II, hizo al quitar de su traducción de Ro 1:16 la palabra “primero”. Increíblemente, la misma clase de omisión aún sucede. La traducción al inglés de la Contemporary English Version (CEV, por sus siglas en inglés) expresa el versículo como: “¡Me enorgullezco de las buenas nuevas! Es la poderosa forma de Dios de salvar a toda la gente que tiene fe, sean judíos o gentiles” Es posible que los editores de la CEV estén en lo cierto al señalar que Pablo repetidamente afirma que “no hay distinción” entre judíos y gentiles en lo que respecta a la salvación (Ro 3:22, 10:12; Col 3:11), pero su traducción distorsiona completamente el significado de Ro 1:16 al eliminar “primero” (proton) y asumir que esto es lo que Pablo quiso decir. Si Pablo no quería decir nada al usar la palabra proton en particular, ¿por qué repetirla en Ro 2:9-10? Esta clase de eliminación sencillamente no le hace justicia al texto original.

Una aproximación similar se encuentra en los comentaristas bíblicos que menosprecian la palabra “primero” por completo. Bruce es uno de esos eruditos; escribió un comentario destacado sobre Romanos, pero ni siquiera discutió el significado posible de proton en Ro 1:16. (Rudolph 2020, 5) La traducción de la CEV también es resultado de este eludir del tema, sea intencional o no; guardar silencio a su respecto no cambia el hecho de que la Biblia lo mencione.

Algunos maestros y teólogos usan una tercera aproximación: apelar al misterio cuando no están seguros de cómo resolver un enigma de interpretación. Como gente de fe, jamás hemos de ridiculizar dicha aproximación; sin embargo, a fin de cuentas, se asemeja a la segunda categoría, al relegar la comprensión plena de proton a un futuro distante en lugar de ofrecer una explicación presente, tangible. Rudolph cita al teólogo Luke Timothy Johnson como uno de los eruditos que toma este camino. (Rudolph 2020, 5)

Una cuarta categoría de intérpretes entiende la palabra “primero” en Ro 1:16 históricamente, con referencia a los eventos pasados del evangelio, que llegó primero al pueblo judío y luego a los gentiles. La popular New International Version (NIV por sus siglas en inglés) se mueve en esta dirección al añadir la palabra “luego” al texto; “primero al judío, luego al gentil”, se lee en inglés. Más explícitamente, la versión de fácil lectura ERV (Easy-to-read Version, en inglés ) dice: “para salvar a los judíos primero, y ahora para salvar a los que no son judíos”. Esta clase de interpretación cronológica ciertamente resulta lógica, pero carece de bases en última instancia. En primer lugar, si Ro 1:16 solo se refiere al pasado, ¿por qué Pablo usa verbos en tiempo presente en griego? En segundo lugar, la misma frase, repetida dos veces en Ro 2:9-10, habla claramente de un momento en el futuro y no en el pasado.

Como variación de la interpretación cronológica histórica, la quinta aproximación enfatiza la naturaleza secuencial de la cronología, sin importar si está en el pasado, presente o futuro. En una aplicación en tiempo futuro, el evangelio siempre debe predicarse primero al pueblo judío antes que a otro grupo étnico. La New International Reader’s Version (NIRV, por sus siglas en inglés) se acerca a esta idea en su traducción de Ro 1:16: “Está dirigido primero para los judíos. También está dirigido a los gentiles”. La adición de las palabras “está dirigido” les otorga un peso prescriptivo; como si Pablo estuviera articulando que el modelo ideal para todo evangelismo cristiano fuera secuencialmente ir primero al judío siempre. No obstante, Bill Bjoraker legítimamente sugiere que este acercamiento “mecánico” no puede seguirse en cada circunstancia y, por lo tanto, no debería adoptarse como regla. (Bjoraker 2004, 112) Desde una perspectiva de relaciones judías-cristianas —en especial teniendo en consideración la posición de la iglesia católica a través de la Nostra Aetate—, hay un enorme potencial de abuso en el modelo prescriptivista de ir siempre primero el pueblo judío sistemáticamente.

En el contexto de Ro 2:9-10, la aplicación de la interpretación secuencial en tiempo futuro sugeriría que el pueblo judío será juzgado y recompensado primero, antes que cualquier otro grupo étnico. Uno podría imaginarse una larga fila, extendiéndose desde el tribunal de Cristo, con las personas judías paradas hasta adelante. Sin embargo, las Escrituras no afirman explícitamente que habrá un orden o secuencia específicos al juzgar. Jesús sencillamente enfatiza que reunirá a toda la gente delante de él y separará “las ovejas de los cabritos”, siendo el factor distintivo las obras de la persona (Mt 24:31-46). En el caso de Ro 2:9-10, es más probable que “primero” (proton) tenga una fuerza intensificadora más parecida a “especialmente”, lo que discutiremos con mayor profundidad más adelante. Así, la visión secuencial carece de fundamento para la interpretación tanto de Ro 1:16 como de 2:9-10.

En una sexta categoría interpretativa están algunos eruditos que argumentan que ir “al judío primero” fue la estrategia misionera de Pablo para diseminar el evangelio de la forma más rápida y efectiva posible. Naturalmente, el pueblo judío habría sido más receptivo que cualquier otro grupo porque el evangelio nació de las Escrituras hebreas y de la historia de Israel. Por lo tanto, el patrón inicial de llevar el evangelio “al judío primero” era más una decisión pragmática basada en ese periodo de tiempo que en una cierta regla o principio bíblico. Si los gentiles hubiesen sido más receptivos, Pablo tal vez habría cambiado su frase para decir: “al gentil primero, y también al judío”. Ahora bien, la principal debilidad de esta visión es que Pablo repetidamente expresa a lo largo de Romanos que el evangelio no estaba teniendo mucho éxito entre el pueblo judío (Ro 3:3; 9:1-6; 9:30-10:4; 11:7, 25). Este tipo de inconsistencia no se puede ignorar. Adicionalmente, la visión “estratégica” no se puede aplicar consistentemente a la fórmula “al judío primero” hallada un capítulo después, en Ro 2:9-10, dado que estos versículos no tienen nada que ver con estrategias misioneras.

Finalmente, solo hay una opción viable por discutir. En GCFI sostenemos que más que un hecho meramente histórico o un pragmatismo misionero, hay un principio bíblico ligado a la prioridad eterna del pueblo judío con base en un pacto. La Complete Jewish Bible (CJB, por sus siglas en inglés), es la que más se acerca a comunicar esta idea en su traducción de Ro 1:16: “Al judío en especial, pero igualmente al gentil”. Al estar de acuerdo en que el evangelio pertenece especialmente al pueblo judío, estamos diciendo algo bastante diferente a la anterior interpretación “estratégica”. No es simplemente que los étnicamente judíos estén bien equipados para recibir el mensaje del evangelio en virtud de ser las “ramas naturales” (Ro 11:24). De hecho, hasta cierto punto, se da lo opuesto en la actualidad. El mensaje del evangelio, como se predica a menudo estos días, no es el mismo tipo de “buenas nuevas” que una vez fue para el pueblo judío. La Iglesia, con su aprobación de la teología del reemplazo, ha reprimido la libre expresión de la identidad judía con demasiada frecuencia a lo largo de la historia. A pesar de —y en respuesta a— ello, sostenemos que el que el evangelio sea “al judío primero” indica el estatus, marcado por un pacto, de Israel como primero entre sus iguales. Integrada en la frase de Pablo en Ro 1:16 está una afirmación del carácter eterno e irrevocabilidad de la elección divina del pueblo judío.

La interpretación de “primero” (proton) funcional igualmente bien tanto en Ro 1:16 como en Ro 2:9-10, a diferencia de la mayoría de las otras aproximaciones discutidas. Al leerse de esta forma, el punto de Ro 2:9-10 es que el juicio y la recompensa divinos son más significativos para el pueblo judío por causa de su historia y su relación en curso con Dios, basada en un pacto. Esto corre en paralelo a la enseñanza de Jesús en Lucas 12:48: “Porque de todo aquel a quien le ha sido dado mucho, mucho se demandará de él; y de aquel a quien confiaron mucho, se le pedirá más”. En Ro 3:2, Pablo explícitamente apunta hacia el estatus especial de Israel con base en que “las palabras de Dios les han sido confiadas”. Tampoco es coincidencia que proton aparezca en Ro 3:2. Justo después de comentar que la circuncisión es “del corazón”, en Ro 3:1 Pablo pregunta: “¿Qué ventaja tiene, pues, el judío? ¿O qué beneficio hay en la circuncisión?”. Luego, en Ro 3:2, responde: “Mucho, en todo sentido. Primeramente [proton], que las palabras de Dios les han sido confiadas”. La pregunta “¿qué ventaja tiene el judío?”, seguida de la respuesta enfática de Pablo, “Mucho, en todo sentido”, respalda el principio de “al judío primero” de la forma más explícita posible.

Finalmente, en Ro 15:25-27 Pablo explica que el pueblo judío merece especialmente apoyo material y financiero de los gentiles, “porque si los gentiles han sido hechos participantes de sus bienes espirituales, ellos también deben servirles con sus bienes materiales”. Este principio quedó grabado en el corazón del pastor Robert Morris hace muchos años y, por esta razón, Gateway Church continúa dando “al judío primero” al asegurarse de que el primer donativo hecho a la iglesia cada mes se destine a bendecir a Israel y al pueblo judío. ¡No se puede ser más práctico! Si los gentiles en verdad están en deuda con Israel, entonces se debería dar cierta prioridad a los esfuerzos por bendecir y apoyar al pueblo judío. Esta prioridad no es un mero reconocimiento mental o verbal de los pactos anteriores de Dios, sino una priorización tangible y ejecutable que afirma el pacto en curso entre Dios e Israel.

Además, es interesante señalar que el donativo financiero que Pablo refiere en Ro 15 probablemente es la misma contribución mencionada en 2 Co 8, que se le encargó recoger en Hechos 11:27-30. Al estar delante de Félix en Hch 24:17, Pablo también menciona este donativo financiero que deseaba traer a “su nación” en Jerusalén. Este tipo de detalles a menudo pasa desapercibido, pero si Hechos describe la historia de la Iglesia primitiva, no es de sorprender ver que el principio de “al judío primero” juegue repetidamente un papel importante a lo largo de todo el libro.

“Al judío primero” en Hechos

Las palabras finales de Jesús a los discípulos en Lucas 24:47 fueron que habrían de ser sus testigos “comenzando por Jerusalén”. Esta es precisamente la ubicación geográfica en donde se desarrollan los primeros siete capítulos de Hechos. A partir de Hechos 8, la misión se expande a Samaria, pero el primer gentil en escuchar el evangelio es Cornelio en Hechos 10. Después de este evento, la comunidad de Jerusalén concuerda: “también a los gentiles Dios ha dado arrepentimiento para vida” (Hch 11:18). Su respuesta sugiere que antes de este momento, incluso tras la ascensión de Jesús, ¡los discípulos no habían llegado a una decisión respecto a la inclusión de los gentiles! Jesús caracterizó su propio ministerio como dirigido primeramente “a las ovejas perdidas de la casa de Israel” (Mt 10:5-16), e incluso, instruyó a los discípulos al principio a no ir “por los caminos de los gentiles ni [entrar] en las ciudades de los samaritanos” (Mt 10:5-6).

La congregación judía en Jerusalén tiene un papel clave a lo largo de Hechos. Tal como en los primeros siete capítulos, que se desarrollan únicamente en Jerusalén, en Hechos 11 y en Hechos 15 nuevamente la ciudad juega un papel central; primero cuando Pedro sube a consultar a los líderes de la congregación y luego cuando es convocado por primera vez al concilio de Jerusalén. A pesar de que Pablo comienza sus viajes misioneros en Hechos 13, su deseo de volver a Jerusalén a celebrar la fiesta de Shavuot (Pentecostés) ocupa los capítulos 20-21, y los eventos de los capítulos 21-23 también tienen lugar en Jerusalén. Por lo tanto, casi la mitad de los 28 capítulos de Hechos se desarrolla en la ubicación geográfica de Jerusalén. Resulta crucial reconocer este movimiento centrípeto de vuelta a Jerusalén a lo largo de Hechos, un libro bíblico al que a menudo se le atribuye un movimiento centrífugo que se aleja de Jerusalén y del pueblo judío.

Cuando los líderes en Jerusalén asignan a Pablo y Bernabé a su primer viaje misionero a Chipre, su misión es llevar el evangelio a los gentiles. De hecho, esta fue la misión primaria de la vida de Pablo, dado que Jesús le encomendó ser apóstol “ante los gentiles” en el camino a Damasco (Hechos 9:15; 26:16-18). Sin embargo, en una aparente contradicción, Hechos 13:5 registra que los primeros lugares a los que Pablo y Bernabé viajaron fueron “las sinagogas”. Sin más explicación, el patrón de ir primero a la sinagoga local se repite, a lo largo del libro de los Hechos, a donde sea que Pablo viaja (13:14; 14:1; 17:1; 10, 17; 18:4; 19; 19:8; 28:17). Hechos 17:1-2 lo deja en claro al consignar: “…y llegaron a Tesalónica, donde había una sinagoga de los judíos. Y de acuerdo con su costumbre, Pablo entró a reunirse con ellos…”. Incluso al final de su ministerio, acercándose su ejecución, ¿qué es lo primero que hace al llegar a Roma? Hechos 28:17 dice que “convocó a los que eran los principales de los judíos”.

Los intérpretes a veces se enfocan en estos versículos finales de Hechos porque Pablo reprende a los líderes por su falta de fe y dice: “Sepan, pues, que a los gentiles es anunciada esta salvación de Dios, y ellos oirán” (Hch 28:28). Esta dura nota en la última página de los Hechos parece dar a entender que Pablo oficialmente le da la espalda a ministrar a sus hermanos judíos en ese momento. Sin embargo, él ya había declarado previamente dos veces que iría a los gentiles; en Hch 13:44-48 y 18:5-6. Aun así, inmediatamente después de estos episodios, Hechos registra que, de nuevo, ¡fue primero a las sinagogas (Hch 14:1; 19-9)! Por lo tanto, las palabras de Pablo en cada uno de estos pasajes deberían entenderse como hipérbole y limitarse a sus contextos locales específicos. Su práctica de ir continuamente a las sinagogas primero, incluso tras decir que solo iría a los gentiles, prueba que sus comentarios solo iban dirigidos a aquellos grupos particulares en Antioquía de Pisidia (Hch 13:44-48), Corinto (Hch 18:5-6) y Roma (Hch 28:28), y no reflejan un cambio deliberado en la relación de la Iglesia primitiva con la sinagoga.

La importancia pasada, presente y futura de Israel

Como se aprecia en los pasajes bíblicos anteriores, la prioridad de Israel, dada por su pacto con Dios, permea la teología y las prácticas de la Iglesia primitiva. Sugerir que el amor particular de Dios por Israel se ha transformado y ha sido reemplazado por un amor universal por toda la Iglesia sería una forma de teología del reemplazo. Del mismo modo, sostener que todos los cristianos, en todas partes, ahora son el “Israel espiritual” sería echar abajo la distinción étnica e, inevitablemente, negar el llamado único e irrevocable de los descendientes de Abraham, Isaac y Jacob. El pueblo judío es especial y apartado para Dios hoy y siempre. Esta es una verdad fundamental que, una vez aceptada, tiene vastas ramificaciones teológicas.

En Romanos 9-11, Pablo busca responder por qué no todo Israel creyó en el Mesías. Si el evangelio es especialmente para el judío primero, ¿entonces por qué es que el pueblo judío, en especial, no ha creído? Tras haber examinado que Israel tropezó en Jesús, quien es la “piedra de tropiezo” de Isaías 8:14 (Ro 9:32-33), Pablo continúa:

“Ahora pregunto: ¿Acaso tropezaron para no volver a levantarse? ¡De ninguna manera! Más bien, gracias a su transgresión ha venido la salvación a los gentiles, para que Israel sienta celos. Pero, si su transgresión ha enriquecido al mundo, es decir, si su fracaso ha enriquecido a los gentiles, ¡cuánto mayor será la riqueza que su plena restauración producirá! Me dirijo ahora a ustedes, los gentiles. Como apóstol que soy de ustedes, le hago honor a mi ministerio, pues quisiera ver si de algún modo despierto los celos de mi propio pueblo, para así salvar a algunos de ellos. Pues, si el haberlos rechazado dio como resultado la reconciliación entre Dios y el mundo, ¿no será su restitución una vuelta a la vida?” (Ro 11:11-15, NVI).

Aquí, Pablo se basa en su declaración fundamental de Ro 1:16 —que el evangelio es especialmente al judío primero— al introducir el argumento de “cuánto mayor”. La importancia de “al judío primero” se eleva a un nuevo nivel. Pablo no solo está hablando de la necesidad de reconocer la importancia pasada de Israel en la historia de la salvación; simultáneamente está abogando por la importancia presente y futura de Israel para la historia de la salvación. El punto no es crear una división entre pasado, presente y futuro —como ciertas formas de dispensacionalismo, o “teología de la separación”, han sugerido—, sino motivar a los gentiles a reconocer el papel especial que el pueblo judío continúa teniendo en el plan de Dios para la redención mundial.

No puede pasarse por alto la fidelidad de Dios para con Israel. Pablo se identificó a sí mismo como “el apóstol a los gentiles” (Ga 2:8), pero su crianza como fariseo también le infundió una carga profética por la restauración de Israel. David Rudolph explica bien este hecho en su descripción del fariseísmo del siglo I como movimiento proselitista comprometido no con el evangelismo a los gentiles (tal como se asume comúnmente), sino con ganar a otros judíos a fin de apresurar el día de la consolación de Israel (Mt 23:15). (Rudolph 2020, 13-14) A la mitad de su carta para los romanos, Pablo comparte su inexpresable carga por sus hermanos judíos:

“Digo la verdad en Cristo; no miento. Mi conciencia da testimonio conmigo en el Espíritu Santo de que tengo una gran tristeza y un continuo dolor en el corazón: porque desearía yo mismo ser separado de Cristo por el bien de mis hermanos, los que son mis familiares según la carne. Ellos son israelitas de los cuales son la adopción, la gloria, los pactos, la promulgación de la ley, el culto y las promesas. De ellos son los patriarcas; y de ellos, según la carne, proviene el Cristo, quien es Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos. Amén.” (Ro 9:1-5).

Notablemente, Pablo no usa el tiempo pasado, diciendo: “de los cuales eran”. En cambio, usa el tiempo presente; la adopción, los pactos, la ley, las promesas, la gloria manifiesta e incluso el mesías Yeshúa son particular y especialmente del pueblo judío dada su relación de amor y sustentada en un pacto con Dios. El evangelio siempre continuará siendo “al judío primero”, no solo por la importancia que tuvo la fidelidad de Abraham, Isaac y Jacob, sino por los dones y el llamado continuos, en tiempo presente, que pertenecen especialmente al pueblo judío.

Todos los factores enlistados en la discusión anterior se combinan para confirmar que, sin duda, el Nuevo Testamento enseña el principio de “al judío primero”. La promesa del evangelio de salvación por la fe en Jesús tiene significado para el judío primero especialmente, y también para el gentil. Sin embargo, es importante considerar algunas formas de aplicación erróneas de este principio, a fin de comprender mejor qué es un entendimiento saludable de “al judío primero”.

Peligros interpretativos

Si bien GCFI aprueba la importancia que “al judío primero” tiene para el cuerpo del Mesías en general, también reconoce que existen posibles escollos interpretativos. Si el principio se lleva al extremo, pueden surgir una serie de aplicaciones problemáticas.

Primero, enfatizar el argumento de “cuánto mayor” de Ro 11:11-15 puede conducir a un acercamiento antirrelacional o utilitario con Israel. En Mt 23:39, Jesús se lamenta por Jerusalén: “porque les digo que desde ahora no me verán más hasta que digan: ‘¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!’”. Cuando la prioridad por el evangelismo judío se une a Mt 23:39, el pueblo judío puede convertirse en un mero trampolín para dar paso al regreso de Jesús. En lugar de buscar el corazón de Dios y desarrollar un amor por Israel, el enfoque se vuelve la conversión del pueblo judío a fin de adelantar el día del Señor. Esta clase de pensamiento es equivocada.

Una segunda cuestión aparece cuando se adopta la aproximación secuencial de interpretación, mencionada más arriba, de forma prescriptiva al sostener que alcanzar al pueblo judío siempre es más importante que alcanzar a los no judíos. Si la salvación de una persona judía se equipara a “vida de entre los muertos” (Ro 11:15), entonces ¿es su salvación más valiosa que la salvación de una persona no judía? Esto sería una burla frente al énfasis de Pablo sobre la igualdad a lo largo de Romanos. A partir del contexto que rodea a esta escritura, queda claro que el énfasis no descansa en noción alguna de desigualdad, sino en lo que es natural versus lo que no lo es. Irónicamente, la situación se ha revertido en nuestros días. Muchas tradiciones cristianas modernas han evolucionado en algo que podría parecerle bastante extraño y no natural a alguien criado en un hogar judío. Pero, para los lectores para quienes escribía Pablo, la situación era la opuesta. Para un gentil, darles la espalda a los dioses romanos habría sido equivalente al suicidio político y social. El monoteísmo judío era mucho menos natural para el gentil. Por lo tanto, Ro 11 enfatiza que, dado que los judíos son las ramas “naturales” y el evangelio es “especialmente” para ellos, las repercusiones de su creencia en el Mesías deberían producir un mayor resultado que su incredulidad.

Finalmente, al leer la metáfora del árbol de olivo de Ro 11, a menudo salta la pregunta: “¿quién es la ‘raíz’ del árbol?”. Algunos bienintencionados intérpretes quizás hayan enfatizado de más, asumiendo que Israel es la raíz. Una mirada más de cerca a Ro 11 revela que el asunto no es tan simple, ya que Pablo habla tanto de judíos como de gentiles como “ramas” que reciben igualmente sus nutrimentos de la raíz. Es crucial reconocer que Pablo considera que la raíz es el Israel antiguo, específicamente, los pactos y promesas que Dios hizo con los patriarcas. Esto es precisamente lo que quiere decir cuando les recuerda a sus lectores que en cuanto a la elección “son amados de Dios por causa de los patriarcas” (Ro 11:28, NVI). El énfasis descansa en la fidelidad intrínseca de Dios para con sus antiguas promesas, no en algún mérito intrínseco del pueblo de Israel (Ro 9:11). Tal como Dios dijo a Moab: “No porque ustedes sean más numerosos que todos los pueblos, el Señor los ha querido y los ha escogido, pues ustedes eran el más insignificante de todos los pueblos. Es porque el Señor los ama y guarda el juramento que hizo a sus padres” (Dt 7:7-8). Si bien Pablo hace hincapié en que el pueblo de Israel es las ramas “naturales”, un aspecto importante de la metáfora del olivo es recordar tanto a judíos como a gentiles su igualdad en el Mesías, y advertirles que no se jacten de su condición de ramas. Cualquier teología que conduzca a que un grupo se jacte sobre el otro es, en última instancia, deficiente.

Al mismo tiempo, cada creyente debe reconocer igualmente que el Mesías, el representante perfecto de Israel, es también la “raíz” de Ro 11. En Ro 15:7-12, Pablo afirma que Jesús es la “raíz de Isaí” que confirma las promesas que Dios le dio a los patriarcas. Asimismo, Ga 3:16 llama a Jesús la “semilla” de Abraham a quien fueron habladas las promesas. Él, “el primogénito de toda la creación” (Col 1:15) y quien “todo lo llena en todo” (Ef 1:23), es el mismo en quien judíos y gentiles son injertados por fe. Incluso teniendo el propósito vital de restaurar la práctica de “al judío primero”, la Iglesia no debe perder de vista que Jesús es el judío por excelencia a quien se le debe toda lealtad y fidelidad.

Conclusión

Como observamos en la discusión anterior, el principio de “al judío primero” puede hallarse a lo largo de las Escrituras, pero más explícitamente en la carta a los Romanos y en el libro de los Hechos. La traducción de Ro 1:16 de la CBJ es quizás la más cercana al decir: “al judío, especialmente, pero igualmente al gentil”. Existe un balance delicado entre enfatizar la prioridad judía, por un lado, y mantener la igualdad entre judío y gentil, por otro. GCFI sugiere que la distinción entre “natural” e “injertado” en la metáfora del olivo de Ro 11 es útil, pero también debemos reconocer el misterio inherente que vive en la tensión entre la universalidad y la particularidad; la misma tensión de unidad en la diversidad que existe al interior del Dios trino.

Al final, a pesar de nuestra incapacidad para entender los “juicios incomprensibles” y los “caminos inescrutables” de Dios (Ro 11:33), reconocemos y afirmamos humildemente lo que dicen las Escrituras y lo que Dios mismo ha dicho con referencia al llamado único e irrevocable de Israel. El patrón de Pablo en Hechos de ir “primero a la sinagoga” sirve como un modelo práctico para desafiar el pensamiento de la Iglesia sobre las misiones. Si la Iglesia primitiva daba tanta prioridad al evangelismo judío, ¿es esto algo que la Iglesia moderna debería replicar? Como se discutió anteriormente, existen peligros en adoptar cualquier tipo de acercamiento prescriptivo. Más que suscribirse a un método o doctrina particular, los creyentes gentiles deberían buscar tener una revelación del corazón de Dios hacia el pueblo judío. GCFI está comprometido, antes que nada, con promover un amor bíblicamente informado y sincero por Israel y por el pueblo judío. Solo desde este punto de partida, basado en el corazón y en la revelación, puede florecer un entendimiento sano de “al judío primero”.

Recursos adicionales

  • Bjoraker, Bill. 2004. “‘To the Jew first…’ The Meaning of Jewish Priority in World Evangelism”. International Journal of Frontier Missions, 21:3:110-116.
  • Bock, Darrell L., and Mitch Glaser. The Case for Jewish Evangelism in Scripture and History. n.p.: Kregel Publishers.
  • Campbell, William S. 2013. “The Relationship between Israel and the Church” en Introduction to Messianic Judaism: Its Ecclesial Context and Biblical Foundations, editado por David J. Rudolph y Joel Willits, 196-205. n.p.: Zondervan.
  • Keener, Craig. 2011. “The Blessings and Mission of Those Grafted In”. En Awakening the One New Man, editado por Robert F. Wolff. n.p.: Destiny Image Publishers
  • Rudolph, David J. 2020. “‘To the Jew First’ (Romans 1:16): Paul’s Vision for the Priority of Israel in the Life of the Church”. Kesher 37. www.kesherjournal.com/article/to-the-jew-first-pauls-vision-for-the-priority-of-israel-in-the-life-of-the-church/

Traducción al español: Alejandra Ramírez Olvera

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